Después de un año y medio sin aparecer, hace un més volví a asomar la nariz
por LaZ con una aguafuerte de Roberto Arlt sobre política y políticos, y hoy regreso
de nuevo con este diálogo entre y sobre ladrones que sigue pareciéndome, a
pesar sus 70 años de edad, de rabiosa actualidad.
DOS MILLONES DE PESOS
Fondín. Decoración barata:
estanterías de tercera mano, y algunos frascos de aguardientes y guindado.
Mesas pintadas alguna vez y despintadas hace muchos años. El "trompa"
que vigila dos "turros bananeros" abocados a un medio litro
sanjuanino. En un rincón, los dos Curros que meditan melancólicamente en
"todo tiempo pasado fue mejor", protestan de las ingratitudes del
destino.
Reo I: Trabajá, después, sacrifícate.
Pasate los mejores años de tu vida en Las Heras. Correte el clásico de Ushuaia.
¿Podés decirme para qué?
Reo II: ¡Dos millones de pesos! Y lo
que viene a la cola.
Reo I: Dos millones. Mirá. Yo en
medio de todo, soy un tipo decente. Aún no le he visto la jeta a un billete de
cinco mil. ¿Te das cuenta? Sé que existen, que giran en los bancos, que hay
gente que los utiliza; no niego. Pero aún no les he visto la jeta...
Reo I: Dos millones... Que los
piantaron con cheques lavados. No lo niego. Pero ¿y nuestra carrera? Yo no me
las tiro de filósofo. Soy canero viejo y basta. Pero pienso "Chamuyo,
luego vivo". ¿Estamos? Anoche, no podía apoliyar. Dale que dale vueltas en
la carrera. Me decía: ¿Para qué servimos nosotros, los de la vida? ¿Qué
hacemos? ¡Nadal Somos inferiores. No me interrumpas. Somos inferiores. A cada
momento nos encanan . . . pero los que roban, no somos nosotros. Yo no sé si
esto será filosofía, pero sé que no son macanas. ¿Podés decirme? ¿Sos vos el
que te alzaste con dos millones de pesos? No. ¿Fue Josecito? No. ¿Fue el Rengo?
No. ¿Fue el Pibe Membriyo? No. ¿Fue Potito Manyianelo? Sin embargo, bien te
corriste vos tus tres años en Las Heras,
y yo no puedo decir que mis setenta entradas sean fayutas. Entonces, ¿en qué
quedamos? En que ni vos ni yo le conocemos la jeta a cinco mil mangos. Sabemos
que existen ¿pero vos los has visto? No. ¡Yo tampoco!...
Reo II: Dos miyones. . . y con cheque
lavado...
Reo I: Me da bronca, me da. ¿Para qué
nuestro oficio? Pensá bien. Metete eso en los sesos. Primero aprendí a levantar
potriyitos, zonceras de nada; después a forzar cerraduras; después a tomarle el
pulso a las claves. Me conozco el descuido a la perfección. Con el cuento del
tío, puedo hacerla yorar a una piedra. ¿Y le vi la jeta a cinco mil mangos
alguna vez? No. Tengo setenta entradas, cuarenta "manyamientos", tres
años de prisión, quince procesos, ciento veinte indagatorias, quince
absoluciones... Ya ves. ¿Y todo esto para qué nos sirve? ¿Nos sirve para algo?
No. ¿Pero sos vos el que robó los dos miyones? ¿Soy yo? No...
Reo II: Dos miyones... y con cheques
de los Tribunales . . .
Reo I: No digo que sean los jueces
los que se levantaron con los dos miyones. No.
Reo II: No me hables de los jueces.
Reo I: Ni tampoco de Santiago...
no...
Reo II: Y la Migdal, ¿qué me decís de
la Migdal?.. .
Reo I: Soy filósofo... Pero estoy
triste. Nuestros tiempos han pasado. Convencete Sebastián. ¿Por qué se han
pasado? No lo sé. Pero pasaron. Convencete. Han llegado tiempos nuevos. Los veo.
Minga de individualismo. Antes, cada uno robaba por su cuenta, y listo el poyo.
Me acuerdo, y vos también. Vinieron los socialistas y empezaron a dar la lata
del cooperativismo, de la mutualidad, de la ayuda gremial... ¿y cuáles son las
consecuencias? Nosotros los pobres crioyos, quedamos en la vía; y ellos, los
cogotudos, los grandes reos, hacen sociedades, se reciben de dotores, pues en
todo lío hay mezclados dotores. Y así estamos...
Reo II: ¡Dos miyones!
Reo I: Yo no digo que los jueces
supieran. Ningún juez está obligado a saber nada. Por lo general, nunca saben
ni a quién condenan. El que lo sabe es el secretario.
Reo II: Y dicen que andan mezclados
abogados...
Reo I: ¡Dios te libre de abogados!
Cuántas veces me dije, ¿por qué en vez de seguir la carrera de ladrón, no he
seguido la de ave negra? ¿Por qué? ¿Para qué sirve mi técnica, si en las cajas
de fierro se guardan programas de carreras y aspirinas? ¿Qué has robado vos?
¿Qué he robado yo? No es que me las quiera tirar de filósofo. Un viejo ladrón
está más allá de los grupos. Más allá de las macanas. ¿Pero qué nos queda de
hacer a nosotros? ¿A quién robar? Si ahora nos alzáramos con este medio litro
de vino, nos mandan a Ushuaia. ¿Te das cuenta? Si le aplicas la furca a un zanagoria,
te declaran delito con agravante y te dan tiempo indeterminado. ¿Qué hacer?
¿Morirnos de hambre? ¿Regenerarnos? ¿Hacernos católicos? Ahora corre la mula de
hacerse católico. No hay turro que no la trabaje por ese lado. Pero los
católicos no tienen plata. ¿Hacerse socio de la Migdal? Esa es gente decente y
ni para porteros nos recibirían en el nuevo club que van a organizar. ¿Ir a los
Tribunales? Bien muertos nos largarían. Son tantos para robar que en cuanto
mostráramos la jeta nos mandarían a los sótanos.
Reo I: ¿Qué hacer?
Reo II: Ése es el problema. ¿Qué
hacer? Podemos competir con los pequeros, con los abogados que tienen auto, con
los tratantes que trabajan con personería jurídica, con los picapleitos que
lavan cheques, con los jueces que lo ignoran, con la policía que no nos quiere.
Pero estamos atrasados. Somos de otra época, hermano. De otro siglo. ¿Qué
querés con tu furca y tu cuento del tío si no sos persona decente? Con razón
nos decían en el colegio: "Hay que ser honrado". ¡Y es claro, mi
hijo! Únicamente así se puede robar. ¡Únicamente así se le puede ver la jeta a
un billete de cinco mil ...
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