miércoles, 9 de julio de 2014

Miércoles

Empieza de nuevo el bucle. Al gel de ducha le añado cinco cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra para que el día resbale mejor. El resto de rutinas iniciales se mantienen sin novedad.

Hoy no hay juegos de agua (rutina laboral), en su lugar taller de reciclaje con Amparo -que nos regala una bolsa muy mona donde irá a parar, en mi caso, el papel.

El añadido de aceite ha merecido la pena, todo se desliza mucho mejor oiga; salvo por los pies que aún lloran desesperados.

En un momento de relax canto, con los gremlins de 3 y 4 años, "El tio Pep se'n va a Muro" con las 5 vocales, durante el transcurso de la cual uno de los enanos tiene a bien demostrarnos como es capaz de soltar truenos por Detroit. Tras el accidente la letra evoluciona a "El tio Pet se'n va a Muro". 

La anécdota del día, sin embargo, ha tenido lugar en el metro a las 8:15 am, parada Colón. Suben al tren una mamá con su hija (es un suponer, no les pregunto parentesco) de menos de 2 años, sin carrito, ni arnés, ni nada por el estilo; al brazo. En los 3 ó 4 minutos que dura el trayecto entre Colón y Amistat (donde se apean) la infante, toallita en mano, se limpia compulsivamente boca, manos y chupete; al menos 4 veces cada lote completo. Y todo ello entre cabezada y cabezada de sueño. No puedo evitar preguntarme ¿y aprender a ensuciarse... cuándo?


(Nota mental: urge empezar a entablar conversaciones sobre cualquier tema que no contemple niñxs y divorcios)

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