jueves, 18 de septiembre de 2008

17/09/08

Transitan coches y furgonetas por la Avenida, de dirección única. Durante el tiempo que estoy no pasan motocicletas, qué raro. Dos niños vuelven con la compra. Resulta extraño, a pesar de haber sido "compradora", a los seis años, por encargo materno, ver niños, de no más de diez abriles cargados con bolsas del supermercado, cruzando la calle de camino, supongo, a casa.

Mientras tanto, el dueño del Bar, con el eterno lamparón luciendo en la camiseta, a la altura del ombligo, comenta su decisión de alquilar un apartamento en el sur para cuando pueda escaparse del trabajo.

Hoy me tomo el café dentro, el dueño, desde hace un par de días, me lo sirve directamente en cuanto me ve llegar, lo que invita a conversar y participar, de una manera más o menos activa, del ritmo cotidiano del barrio, Patraix. En la terraza sólo hay dos señores, clientes habituales -de pelo gris y repeinado, pantalón con pinzas y camisa de manga corta desabrochada dos o tres botones, suficiente para que asome el vello pectoral, pero sin portar cadenas, joyas o crucifijos de ningún tipo-, bebiendo agua. Me pregunto que habrán tomado anteriormente, porque, cada día, cuando llego, están en el mismo sitio, a veces acompañados, a veces ellos dos solos, siempre con su botella de litro y medio de agua a medio acabar.

El tiempo amenaza tempestad aunque, muy probablemente, no descargue. Así lo anunciaban las noticias meteorológicas en la radio, que los conductores del programa regional comentaban, apostillando cuan necesaria es la lluvia para descargar tensiones. Parece ser que las penas y preocupaciones acumuladas las eliminamos, según estos dos señores de reconocida trayectoria profesional, vía lluvia, rayos y truenos.

Pienso en los agricultores, en la sempiterna sequía, en la recientemente clausurada Expo del Agua, en el huracán Ike... Podría extenderme en razones para expresar mi opinión al respecto del comentario, pero lo que me asalta es una respuesta menos racional, y quizá menos razonada, visceral si quieren. Me planteo si reprimirla... ¡Qué me voy a reprimir!

¡¡SERÁN MAJADEROS!!

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