viernes, 31 de agosto de 2007

Viaje a Lanús

21 de agosto. Era la primera vez desde que llegamos a Buenos Aires que utilizábamos el trasporte ferroviario. Un amigo nos había invitado a ir a almorzar a su casa en Lanús, un barrio, o partido como lo llaman allí, situado al sudeste de la capital, en el Gran Buenos Aires.


Viajar en tren de cercanías en Buenos Aires es toda una experiencia para los que llegamos del primer mundo al segundo; y es que, aunque me duela decirlo, hoy por hoy Argentina pertenece al segundo mundo. Llegando a la estación el taxista nos advierte de los peligros a los que nos vamos a enfrentar. "Vigilen a los niños pequeños, son muy rápidos y a la que se descuiden les agarran la bolsa y ya no los ven más. Vayan con mucho cuidado por favor, sobretodo en la boletería, es muy peligroso". En cuanto entramos en la estación inspeccionamos el panorama y vemos todo un ejército de niños y niñas de entre 5 y 10 años repartidos por las diferentes ventanillas de venta de billetes. Los ojos abiertos de par en par, lo ven todo, lo miran todo y seleccionan, de entre toda la muchedumbre, a los posibles incautos. Por un segundo me ha parecido ver como una cartera pasaba del bolsillo de un señor al bolsillo de los pantalones sucios y zarrapastrosos de un infante, pero no me atrevería a jurarlo de tan rápido como ha ocurrido. Y lo que me invade no es miedo, es una mezcla de curiosidad, sorpresa y tristeza. No es, ni de largo, el primer niño ladrón que veo desde que llegamos; a estos hay que sumarles los muchísimos que piden golosinas mientras esconden las que ya han conseguido, o piden un peso, o tocan un tango o una milonga con un bandoneoncito destartalado en una esquina, bajo el frío húmedo del invierno porteño.


Encontramos la vía de salida de nuestro tren. Está lleno de gente, a reventar, y hace calor dentro. Alguien nos explicó que mucha gente pide para comprar un billete de trayecto completo y se la pasan viajando todo el día pidiendo de vagón en vagón, o hacen el último trayecto, se esconden un momento y duermen en el vagón para pasar la noche al abrigo.


Nuestro viaje tiene una duración aproximada de 20 minutos, todo depende de los accidentes que puedan ocurrir mientras, y ya desde antes que la máquina emprenda destino el espacio se convierte en un mercadillo donde te pueden vender prácticamente de todo: pilas para la radio o el mando del televisor, cuadernos coloreables con cinco lapiceros de colores diferentes, refrescos, sándwiches, biromes (o bolígrafos)... Llegando a Lanús, a poco metros de la estación el tren se detuvo como unos cinco o quizá diez minutos. Puede -pensé- que porque se acerca otro tren y este tramo es de una sola vía. Pero no, se veían dos vías, una de ida y otra de vuelta. Cuando llegamos nuestro anfitrión nos informó: alguien se había caído, o se había tirado, a las vías; "Pero no se preocupen, ocurre muy a menudo. Vamos que les enseñaré mi negocio".

jueves, 30 de agosto de 2007

La comanda de cafés

Hace unos años fui invitada a un comida de, llamémoslo trabajo, durante la Mostra de Cinema del Mediterrani en Valencia, a la que asistían, entre otros, un grupo de cineastas y actores brasileños que presentaban sus trabajos en el citado certamen; y tras un largo y seguro que cuidadoso estudio, los comensales valencianos fuimos siendo acomodados entre dos de los foráneos.

La comida trascurrió entre conversaciones sobre cine y políticas culturales hasta que llegamos al momento de los cafés. Imagínense la situación, casi 20 personas pidiendo café en esta santa ciudad donde cada demanda cafetera es un mundo por sí solo. Por parte de los invitados no hubo grandes complicaciones, excepto la lingüística, que para nuestro sagaz camarero comportaba todo un reto, repitiendo en voz alta cada pedido mientras interrogaba con la mirada a los castellano parlantes allí presentes para que le confirmáramos que lo que había anotado era en efecto lo que el susodicho extranjero había pedido. Al mismo tiempo que esto tenía lugar, los comensales "autóctonos" aprovechábamos para hacer, también, nuestro pedido. Todos al mismo tiempo como ten que ser y por supuesto cada uno de estos pedidos, aunque en lo fundamental fuera igual al anterior, iba matizado con los gustos específicos del cada cliente en particular. Este hecho provocó en uno de los brasileños sentado frente a mí una comprensible curiosidad y la pertinente pregunta: "¿Pero cuantos tipos de café tienen aquí?". "Pues mire usted, es difícil de contestar. En teoría el café es café pero lo adornamos mucho". Y procedí a narrarle alguna de las particularidades existentes.

Supongo que cada cultura tiene su propia manera de pedir el café, como tantas otras cosas, y la sociedad creadora de tales formas culturales lo pide de manera inconsciente. Nadie se para a plantearse cómo especifica las comandas, las pide y en paz. También supongo que no somos los únicos en el universo mundo con este batiburrillo de especificaciones cafeteras; cada zona tendrá su listado, pero somos los viajantes extranjeros los que al visitar una u otra ciudad notamos y/o sufrimos todas estas particularidades al disponernos a disfrutar del estimulante brebaje.
El caso es que tras escuchar, con suma atención y una buena dosis de humor la citada lista, mi interlocutor añadió: "¿No se ha planteado usted nunca plasmar por escrito todas estas variaciones?". Tomé nota de la propuesta y al llegar a casa procedí con ella.

La lista resultante, para la zona de la provincia de Valencia, y por supuesto incompleta puesto que cada día aparecen variaciones nuevas, es la anotada a continuación y en ella han de distinguirse cuatro apartados fundamentales:1. el Contenido, 2. la Estimulación, 3. el Contenedor y 4. el Aditamento. Procedo con ella.

Café (=Bebida que se hace por infusión con la semilla del cafeto tostada y molida.)
Solo o expreso, largo y americano.
Normal, descafeinado de máquina y descafeinado de sobre.
En taza de café, vaso de carajillo (vaso pequeño), tazón o vaso de cristal.

Cortado (= Café con leche pequeño)
Largo de café, corto de café, con la leche natural, fría o caliente, y con espuma de leche.
Normal, descafeinado de máquina y descafeinado de sobre.
En taza de café o vaso de carajillo.

Café con leche
Corto de café, largo de café, con la leche natural, fría, caliente y con espuma de leche.
Normal, descafeinado de máquina y descafeinado de sobre.
En tazón o en vaso de cristal.

  • Estas tres variedades pueden, además, servirse tocadas de: whisky, cognac, anís, Baileys… o sin tocar.

Carajillo (= ½ café + ½ licor en vaso pequeño)
Con cognac (Soberano, Terri, Magno, Carlos V, Carlos I...), anís (Chinchón dulce o seco, Del mono, Marie Brizard...) whisky (Dyc, J.B., Ballantines, Passport, Cutty Sark, White Label, Johnnie Walker...), Baileys...
Normal, descafeinado de máquina y descafeinado de sobre.
En taza de café o vaso de carajillo.

Bombón (= café con leche condensada)
Corto de café, largo de café, corto de leche y largo de leche.
Normal, descafeinado de máquina y descafeinado de sobre.
En taza de café o vaso de carajillo.

Con la aparición de las franquicias cafeteras llegaron los especiales:

Capuccino Italiano (= café, espuma de leche y cacao)
Corto de café, largo de café, con espuma de leche fría y caliente.
Normal, descafeinado de máquina y descafeinado de sobre. Con cacao rallado y sin el.
En tazón o en vaso de cristal.

Piccolo capuccino Italiano (= café, espuma de leche y cacao pequeño)
Corto de café, largo de café, con espuma de leche fría y caliente.
Normal, descafeinado de máquina y descafeinado de sobre. Con cacao rallado y sin el.
En taza de café o vaso de carajillo

Capuccino Especial (= café, nata y ralladura de chocolate)
Corto de café, largo de café, con nata fría y templada.
Normal, descafeinado de máquina y descafeinado de sobre. Con ralladura de chocolate y sin ella.
En tazón, en vaso de cristal o en copa sin sombrillita.

Piccolo capuccino Especial(= café, nata y ralladura de chocolate)
Corto de café, largo de café, con nata fría y templada.
Normal, descafeinado de máquina y descafeinado de sobre. Con ralladura de chocolate y sin ella.
En taza de café, vaso de carajillo o en copa pequeña sin sombrillita.

Café irlandés (= café, nata y whisky)
Corto de café o largo de café, corto de whisky o largo de whisky y con nata fría o caliente.
Normal, descafeinado de máquina y descafeinado de sobre.
En tazón, vaso de cristal o en copa.

Vienés (= café con nata montada):
Corto de café, largo de café, corto de nata y largo de nata.
Normal, descafeinado de máquina y descafeinado de sobre.
En tazón, vaso de cristal o copa con sombrillita.

Además siempre pueden elegir, cuando el local lo permita, el tipo de café que más le guste (si los ha probado todos) o con el que más farde (si no ha probado ninguno pero sabe en que lugar del ranking mundial se encuentra). Los tipos son: Colombia, Guatemala, Puerto Rico, Kenia, Costa Rica o Blue Mountain (Brasil).

(Infusión de las hojas del Té, secas, arrolladas y tostadas ligeramente)
En bolsita, infusionado y reposado.
Solo, con leche caliente, leche fría, nube de leche y con limón.
Con teína y desteinado.
Tocado y sin tocar.
En tazón, en vaso de cristal o en vaso de carajillo

Tipos de tés disponibles: Earl grey, Breakfast, Twinnings, blanco, verde, rojo, moruno, ceylan, de jazmín, de rosas, con fruta de la pasión y mango, con chocolate y menta, con frutos rojos y con melocotón.

Infusión (Bebida que se obtiene de hierbas aromáticas introducidas en agua hirviendo.)
En bolsita, infusionada y reposada.
Solo/a, combinada (varias hierbas), con limón, con naranja y con menta o hierbabuena.
Tocada y sin tocar.
En tazón, en vaso de cristal o en vaso de carajillo

Tipos de infusiones: Poleo, manzanilla, tila, valeriana, eucalipto, anís, menta piperita, menta acuática, tomillo, flores de azahar, hierbabuena, rabo de gato, cola de caballo, romero...

En cuanto al apartado número cuatro: el Aditamento, todos los productos descritos pueden ser pedidos y tomados:
Sin azúcar, con azúcar blanco o moreno, con miel y con sacarina.

Personalmente el café perfecto es el café con leche mediano que sirven en Buenos Aires. La lástima es que queda tan lejos que lo disfruto poco.

martes, 28 de agosto de 2007

Trayecto en metro

Catorce de febrero, parada de Amistad, dirección Final de trayecto, línea 5. El vagón va bastante abarrotado, pero aún así ha conseguido sentarse. Son las 18’39, aún no es hora punta.

De pie frente a una de las puertas hay una pareja un tanto desubicada. Ella habla por teléfono mientras él comenta que pararán en Àngel Guimerà para hacer trasbordo. Qué lástima que este tren no tenga parada en Àngel Guimerà. Los ha observado y ha estado a punto de decirles que para llegar a su destino de trasbordo deben para en Jesús y pillar el siguiente tren, pero no lo ha hecho; llegando a Jesús, un marroquí, o magrebí, o ves a saber de donde era el hombre (todo menos decir que es moro, que resulta políticamente incorrecto llamarlo así) les ha informado de lo que debían hacer si querían llegar allá donde iban. Quien vea la ironía del asunto que disfrute del momento.

Sigue el viaje, el tren sale a la superficie. No deja de ser curiosa e irritante la locución que anuncia las paradas: Pròxima parada SanT Isidre, con la T bien remarcadita. ¿Para qué tanta hipercorrección?, ¿tal vez para que quede claro que se locuta en valenciano? ¿Cuesta tanto hablar con normalidad?

Una chica sentada frente a ella, a la izquierda, de unos 16 o 17 años, quizá menos, quizá más, lee “Mente y Cerebro”, revista de la cual no ha oído hablar en su vida... Mente y Cerebro... En la portada se destaca en letras grandes el artículo estrella: “Placer y amor”, la reflexión es inevitable: o resulta la hostia de interesante, o la hostia de cutre, o la hostia de insulso, pero seguro que es la hostia. La joven guarda delicadamente la revista en su mochila, ¿se prepara para bajar? Y mientras el sol se esconde por el horizonte. El cielo está pintado de naranja y azul, todos los tonos de azul en la paleta. Posiblemente este sea uno de los cielos más bonitos que ha observado en mucho tiempo. Las luces de la carretera están prendidas y en el hilo musical del tren suena What a Wonderful World, no es la versión de Louis Armstrong pero es una interesante elección. La parte inferior de las nubes son de color naranja, de un naranja potente, casi rojo; es como si las nubes ardieran pero sin furia, como brasas en la chimenea del cielo. Finalmente la chica de Mente y Cerebro baja en la penúltima parada, la primera del pueblo. Otro miembro de su pueblo que no conoce y que, con toda probabilidad, no conocerá nunca.

Último tramo del trayecto. Los edificios, al fondo, son como sombras, parecen estar ahí para marcar la silueta de la ciudad, ya no enseñan la cara, solo el perfil negro y gris bajo un cielo rojizo y azul.

Y llega a término, su parada, mientras Sinatra asoma a través de la megafonía. El hilo musical de hoy ha resultado bastante más aceptable que otros anteriores.

Imaginación y Plagio

Segundo día de existencia en el Blogger Mundo. Entro en Google para deleitarme con la imagen-entrada del neo nato en cuestión, todo por pura auto-congratulación, y me lo encuentro, hay otra zanguanga entre nosotros. Ángeles Portillo edita su blog Zanguanga desde abril de este mismo año del señor.

La verdad, ni me planteé que alguien pudiera utilizar el mismo término para titular su espacio, porque claro la que suscribe es tan original que ni se le pasó por la cabeza semejante ocurrencia. El caso es que existe y el hecho no deja de ser divertido. Dos escenarios creados por dos mujeres, las dos dedicadas al arte; una, Ángeles, al arte gráfico; la otra, al escénico; y las dos lanzándonos sin saber muy bien en que terminará nuestra pequeña aventura pero con todas la ilusiones a flor de piel. Y en medio de toda esta guerra contra el plagio y la piratería a mi sólo se me ocurre lanzar una de las máximas de la Internacional Melancólica: "Imaginación y Plagio", al fin y al cabo así es como creo que funciona la creación y soy de la opinión que situaciones como esta son una suerte que ocurran.

Querido lector enorgullézcase de su suerte, en este mismo instante se le ofrece la oportunidad de disfrutar doblemente de la zanguanguería. No pierda esta ocasión o se arrepentirá. Entre, lea, disfrute y si es su deseo estampe su opinión para que tanto Ángeles como la que suscribe sigamos creciendo y compartiendo espacios.

Y a Ángeles Portillo, mi saludo más cordial.

lunes, 27 de agosto de 2007

BREVE EXPLICACIÓN

Sí, he de reconocerlo, estoy algo embrutecida por la pereza, lo que ha provocado cierto aspecto desaliñado y una acusada pérdida física e intelectual imperdonable. Tal vez por esto, o para que no vuelva a ocurrir, este espacio se llama La Zanguanga. Aunque, también, puede que sea un intento de congraciarme con mi espacio mundo; sus ausencias, sus presencias, las pérdidas y los hallazgos.