Esta mañana, buceando por la red he ido a parar a buenos aires de diseño donde me he encontrado un enlace con el artículo: Cucarachas con termómetro, sobre encuestas, encuestadores y encuestados.
Apunta el artículo que: "Todo lo que sabemos sobre nuestras costumbres, fobias, manías y emergencias es el resultado de los hábitos de gente aburrida o que, justo esta tarde, estaba dispersa y con ganas de conversar." Y se pregunta: "¿Pero qué pasa con los demás, con los que contestan siempre NO a la invitación de ser acribillados con preguntas? ... ¿Qué champú usan los que no tienen tiempo para contestar boludeces? ¿Son infieles los matrimonios que no conversan por teléfono con extraños? ¿Practican deporte habitualmente aquellos que prefieren esquivar un micrófono por la calle? ... ¿Utilizan videojuegos violentos los jóvenes que a la hora que suena el teléfono del encuestador están en la hemeroteca estudiando? Nadie, absolutamente nadie lo sabe. Porque la enorme mayoría de la gente está en sus cosas."
Se me ocurre que tal vez, sería interesante organizar un Día Mundial del Encuestado (ahora que hay un Día de todo y para todo) en el que todos, los que de normal aceptan ser encuestados y lo que no, buscáramos un encuestador, o encuestadora, y nos sometiéramos a sus preguntas. O incluso proponer el Día Mundial del Encuestador Encuestado, en el que las víctimas de encuestas podamos interrogar a cualquier encuestador que se nos ponga por delante y pasar los resultados, y la factura, a la empresa anunciadora. Constará como actividad profesional en el currículum vitae y/o como calmante para el alma dolida.
¿Cambiarían los resultados? ¿Descubriríamos que somos una sociedad diferente? ¿Acabaríamos con las encuestas? Por supuesto que no. Pero aquel que no ha sido interrogado en su vida, tal vez vivirá una nueva y enriquecedora experiencia sin la tensión que supone blandir la negativa (no se si este espectro de la ciudadanía sería merecedor de practicar la segunda propuesta, dado que no ha sido previamente sometido). Los que sí lo han sido, por aquello del, bueno, va que el tipo/-a, se gana así la vida, total ¿qué son 10 minutos más o menos?, y además me regalan un bolígrafo (yo soy un claro ejemplo), lo podríamos concebir como una diversión, un momento de relax: "Por supuesto, pregúnteme sobre champús y preservativos, me apetece informar al mundo y marcar tendencias; o: “Usted, dígame, ¿ha sufrido alguna enfermedad venérea?, ¿qué prefiere: inyección o píldora?". El encuestador/-a profesional, que cobra por encuesta realizada, seguro que agradece la paga extra que el Día Mundial del Encuestado le proporciona, o, en la versión B, el placer que supone verse en el otro lado de la acera y recibir su bolígrafo de marca. Finalmente, respecto a ese 11% de aburridos y drogados, con toda seguridad alcanzarán el éxtasis al verse justamente homenajeados por su tenaz perseverancia, y en lo referente a la segunda propuesta... ves a saber que les parecerá, pero bueno, sólo son un 11%.
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